Limites... y no matemáticos

Desde chicos nos imponen limites referidos a nuestra seguridad (“no toques eso”,”no cruces la calle”, “no hagas esto”, “no hagas aquello”, etc.), limites de respeto (“no me hables así”, “no levantes el tono”, “no insultes”, por decir algunos) entre los rangos más marcados. Pero ¿qué sucede cuando la persona que te impone los limites no lo hace equitativamente con tus pares? O ¿qué pasa cuando esa misma persona no respeta ni sus propios límites, pero igual te los imponen?

Este tipo de transgresiones en los discursos lo vemos en todos los ambientes en los que nos encontramos (políticos, sociales, familiares, educacionales, etc.). Hoy quiero puntualizar sobre los límites familiares.

En mi casa siempre se dijo que hay que respetar a la familia por sobre todas las cosas, en especial dentro de la casa de mis padres. Algo que siempre me quedo recalcado fue el hecho de un límite en particular que me dijo mi madre: “Esta es nuestra casa, y bajo este techo se nos va a respetar como los padres que somos”, haciendo referencia a traer a dormir a parejas de mi hermano y mías propias a casa. Esto me lo dijo de chico (15 o 16 años). Cuando le revelé que soy gay su discurso cambió para conmigo diciendo: “Nunca me traigas nadie a casa”. Si así de crudo lo dijo y textualmente. Comprendí su punto de vista y lo respete y lo sigo respetando. En dos años que estuve de novio, mi pareja jamás piso mi casa, cruel, pero cierto.

Hoy por hoy, mi hermano esta en pareja (aclaro que él es hetero), lo que a mis padres los puso muy feliz (extremadamente). Es la primera novia que les presenta, así que imaginen su felicidad. Pero hay algo que no cierra del todo. Con mi “cuñada” se olvidan del hecho de los límites, ella entra y sale de casa como si fuese suya. No me molesta en lo absoluto que lo haga, lo que si me molesta es la hipocresía de ponerme límites a mí y no a ellos por parte de mis padres.

Por ejemplo, mi “cuñada” tiene la costumbre de ir a casa a las 12 de la noche, si a las 12 de la noche y suele quedarse una o dos horas, entra hace su vida en pareja como si nada, obviamente mi hermano como perro faldero tras de ella. Mis padres solo agarran, cierran la puerta de su habitación y hacen como si nada pasase. Fantástico con ellos. Para que se den una idea de las libertades de la señorita en mi casa, esta mañana cuando me levante para venir a trabajar, lo doña esta acudiendo al llamado de la naturaleza (se quedo a dormir anoche) ¡con la puerta del baño abierta de par en par!! ¡Si si, eso mismo!! Ah, y con las luces apagadas para pasar desapercibida, ¡ojo con el detalle!!

¡Yo quisiera saber donde quedaron los límites con los que tanto me picaron los sesos en mi adolescencia! Entiendo que sea la primera mujer que mi hermano trae a casa, y en especial después de yo declarar mi homosexualidad y que por ello mis padres salten en una pata de la felicidad. Pero ¿esa es razón suficiente para tirar abajo años de educación basada en el respeto?

Cada casa es un mundo, con sus guerras internas y épocas de paz. En el mundo de las cuatro paredes de la casa de mis padres hoy se detallará otra guerra mundial, incluso hasta con armamento nuclear. Después les cuento quien es el vencedor. Dicen que la historia solo la cuentan quienes ganaron las batallas, ¡espero que me puedan leer después de hoy! ;-)