Cuando uno está en pareja siempre desea estar soltero, y viceversa. Ojo, esto es lo que se dicen con chistes de por medio y charlas amenas con amigos. Pero, ¿Cuánta verdad habrá en todo esto realmente?
Tengo amigos que siempre se jactan de la soltería y otros que desearían volver a ser solteros. Yo por mi parte, soy soltero y eso no me molesta, pero tampoco me jacto de ello. Tengo la suerte momentánea de decir que soy soltero pero no estoy solo, y cuando lo digo muchos se me ríen, sin embargo es la realidad. Una persona que vive en sociedad jamás está sola. Siempre aparece alguien con quien compartir ciertos momentos y actividades, ¿o me equivoco?
A pesar de estar bien conmigo mismo, muchas veces me pongo a pensar cómo sería volver a estar en pareja hoy. Pero con eso, pienso que debería tener una pareja, es decir, que busco yo en esa persona que lo haría él indicado para mí. Es acá donde caigo siempre en una paradoja entre si me estoy volviendo muy exquisito, buscando los defectos de los demás para evitar “engancharme” o si las cicatrices que dejaron las heridas del pasado me frenan por temor a conseguir nuevas. Yo quiero creer que es un poco de ambas.
Muchas veces en charlas entre amigos surgen estos temas de las relaciones, la soltería, los temores a emparejarse, etc. Siempre comento lo mismo, “Sin riesgos no se vive”. Con esto quiero hacer referencia a que si uno no se arriesga, ¿cómo se puede saber que la otra persona no es la indicada? Cada vez que lo repito me siento más hipócrita. Muchas veces he dejado escapar a buenos pibes por esos temores y cuando no los dejaba escapar, hacía cosas que los terminaban alejando de mí. ¿Por qué lo hacía, mejor dicho, hago? No lo sé. Puede ser la comparación constante con los anteriores, o los mismos temores a sufrir lo que ya viví antes. Una cosa es segura, ¡estoy soltero!
Soltero y sin apuro suelen decir muchos. ¿Solo o acompañado? Hoy solo, mañana no sé.
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